sábado, 29 de abril de 2017

TOLERANCIA, RESPETO Y AMOR DE UN SANTO A UN TAXISTA ANTICLERICAL

Recordaba el Fundador de la Obra un suceso, que muestra su actitud sacerdotal abierta y su respeto incondicionado de la libertad de los demás. Hacia el año 1941, acudía al Seminario de Madrid, para confesarse con don José María García Lahiguera. Para no perder tiempo, a veces hacía el trayecto en taxi, pues quedaba lejos y no estaba bien comunicado por transportes públicos. Ese día, hablando con el taxista, le dijo que lamentaba mucho la guerra que había padecido España, porque se podía vivir como hermanos y respetarse, aunque se defendiesen opiniones distintas. Le explicaba que era innecesario recurrir a esos procedimientos tan atroces, que reflejan un odio satánico entre hermanos. Además, continuaba, lo razonable es dar cada uno su parecer: – “Por ejemplo, si usted en una materia concreta piensa distinto de lo que yo considero que es la verdad, hablamos; y, si usted me convence, yo me paso a su opinión; si yo le convenzo, usted se pasa a mi opinión. Si no nos convencemos, seguimos pensando cada uno lo que queremos, pero vivimos en santa paz, respetándonos como hermanos y queriéndonos”. El taxista escuchó en silencio y, al llegar al destino, le preguntó: - “Padre, ¿usted se encontraba en Madrid durante la guerra, cuando estaba ocupado por las fuerzas republicanas?”. Sorprendido, contestó: – “Sí”. Y aquel hombre repuso: – “¡Lástima que no le hayan matado!” El Fundador del Opus Dei le perdonó y, para que viese que no le guardaba ningún rencor, sacó el dinero que llevaba en el bolsillo, se lo entregó, y le dijo: – ¿Tiene usted hijos? Ante la contestación afirmativa del taxista, añadió: – Quédese con el resto, para comprarles unos dulces. (Tomado del libro “Memoria de San Josemaría Escrivá” de Javier Echevarría)

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