sábado, 15 de mayo de 2010

Volver a Hamburgo y pedir perdón a Kale


Un supuesto acto de solidaridad de Manolo Lama, periodista de Cuatro, con un mendigo en Hamburgo, antes del triunfo del Atleta en la UEFA, ha demostrado que este señor no ha tenido mucha experiencia en tratar con gente necesitada. La “solidaridad” ante la cámara de video, con risas y bromas, humilla.
Primero han sido los internautas los que se han rebelado ante esta falta de delicadeza.
Y después, el propio mendigo ha declarado a un periódico alemán lo que cualquiera pensaría al ver el video: 'Me siento herido, estoy realmente molesto'

Pero aún desconcierta más ver la manera de disculparse de la cadena y del periodista: "Lo hice con toda mi buena voluntad", ha declarado, añadiendo: "Yo educo a mis hijos en la solidaridad, pido disculpas a quien se haya sentido mal y les mando un beso".
En los dos casos no reconocen que hayan hecho algo objetivamente malo; piden disculpas “si alguien se ha sentido mal”. Pues sí, se ha sentido mal sobre todo el mendigo. Pero no lo ven. Porque no es lo mismo disculparse ante las reacciones provocadas que arrepentirse de haber humillado a alguien. El País digital hace oídos sordos al tema, como puedes comprobar en su buscador.

Los que atacaban la caridad cristiana como algo oficial, de cara a la galería, reflejada en películas como Plácido, de Luis García Belanga, tienen aquí un nuevo ejemplo visual de caridad de pacotilla. Quizá ahora puede aprender de miles de cristianos como tratan a los sin techo (Como ejemplo, los 4 comedores sociales para personas sin techo de mi ciudad, Granada, son católicos)

Mi consejo a Manolo Lama es que vea el vídeo de nuevo, que se dé cuenta lo desconcertado que está el mendigo, de las frases que, entre bromas, dice él mismo mientras los hinchas hacen su simulada caridad. Y entonces en vez de hacer un nuevo comunicado, se lamentará de verdad de su error. Incluso pensará en otros errores de su forma de actuar. Y a lo mejor se anima a ir a Hamburgo y, sin cámaras, podrá acercarse a ese puente y podrá dar un abrazo a Kale, que así se llama el mendigo ofendido, después de pedirle perdón sinceramente. Sólo lo verán él, Kale y Dios. Pero no hace falta nadie más.

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